sábado, 29 de mayo de 2010

LA OTRA CARA DE NÁPOLES

Una mañana tomamos el tren para ir a visitar el estadio San Paolo. ¡Como buenos argentinos no podíamos irnos sin conocer donde jugaba Maradona!


¡Si señores! ¡Este pastito fue pisado por el 1o!

En ese barrio, nos dimos cuenta que el paisaje era completamente distinto del
Centro Histórico.
Las calles más limpias, más cuidados los edificios. ¡De allí surgió mi loca teoría de que los napolitanos no cuidan ni limpian esa zona para promover el turismo!


Más tarde, en camino a la costanera vimos una enorme y muy linda plaza.



Al fondo se veía la parte más antigua de la ciudad. Todo se ha construído siguiendo el borde del Golfo de Nápoles, de manera que si estamos en un extremo de la ciudad, a lo lejos se divisa el resto de las construcciones



En la vereda de enfrente a esta plaza, el camino de la costanera va siguiendo la forma de herradura o semicírculo que tiene el golfo




Mucha gente pasea o pesca en esta zona.


A lo lejos, imponente, el Castel dell' Ovo (Castillo del Huevo), antiquísima fortaleza construída allá por el año mil ciento y tantos, sobre un islote de nombre Megara.
Alguna vez funcionó como fortaleza, cárcel y convento. Cuenta la leyenda que el poeta latino Virgilio escondió un huevo mágico que si faltara se destruiría la fortaleza y se acabaría Nápoles




Recorrerlo es viajar en el tiempo e imaginar a la gente que allí vivía con sus vestimentas medievales, caballeros con armaduras y una feria con artesanos vendiendo sus productos



Algunos miradores dan al mar. ¡Cuantos vigías habrán
pasado noches enteras muertos de frío! ¡Cómo sopla y silba el viento por esas aberturas!



Desde sus murallones se ve, en el otro extremo, la otra parte de la ciudad.



¡El castillo parece que surgiera del mar como una figura fantasmal! Y a lo lejos, veleros blancos en la bahía...



Estas cañones protegían de posibles invasiones



Esta enorme explanada en lo más alto del castillo, tienen paredes altísimas que caen abruptamente sobre el mar; allí estaban asentados los cañones. Es muy similar por su construcción a la fortaleza que se encuentra en Montjuic en Barcelona.



Después de un paseo de esa naturaleza, nada mejor que ir a almorzar al puerto...




¡Qué nivel,! Los yates amarran y sus dueños se bajan para comer o tomar algo en el amarradero que está repleto de restauantes.



Nosotros... sin yate... ¡Pero también almorzamos allí!


En realidad, comer o beber en Europa, parece que no es tan caro como en Buenos Aires...
Tanto en Italia como en Inglaterra, uno puede sentarse en el restaurante más lujoso o en alguno más modesto y... ¡los precios casi no varían!
¡Si por estas tierras, tomamos un café en Puerto Madero, seguro que lo pagaremos dos ó tres veces más que si lo hacemos en el barrio de Constitución!
Si en Italia o en Barcelona, pedimos una porción de pizza, ¡nos traen lo que nosotros llamamos una grande de muzza!
Pedir una picadita es una cazuela grande con quesos, fiambres, olivas...¡Para cada comensal!
¡Y un vaso de cerveza, significa que traerán un litro para cada para cada uno!

Desde los ventanales de este lujoso restaurante de Nápoles, se ve el golfo, los veleros y los yates anclados a lo sumo a 20 metros.
Por eso, después de mi inicial y mala impresión de Nápoles, en honor a la verdad, estoy en condiciones de decir: ¡Que es una ciudad con un encanto muy especial!






































































































































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