domingo, 23 de mayo de 2010

LIVERPOOL

Después de una semana de haber regresado a Buenos Aires, puedo hacer una evaluación -muy personal , por cierto- de las ciudades europeas que he conocido en este último año.

Creo que la distancia me vuelve más objetiva y recién ahora, puedo discernir qué me impactó de cada una de ellas.



LIVERPOOL me pareció una ciudad soñada. Es la utopía de Tomás Moro.
Es tan pulcra, tan ordenada, tan perfecta que parece una ciudad de cuentos de hadas: tiene espacio amplios, despejados. Todo ocupa exactamente el lugar que debe ocupar.
Esa fue la sensación que tuve desde el primer día; después me di cuenta por qué: ¡NO HAY CONTAMINACIÓN VISUAL!
No existen carteles que distraigan la vista, balcones que sobresalgan; no hay letreros que sobrepasen el límite de la edificación ni marquesinas.
Si llueve y estamos sin paraguas... ¡Y bueno, habrá que mojarse porque no encontraremos ni un alero para refugiarnos!

En Liverpool es como si el cielo nos rodeara por los cuatro costados...
¡Me pareció la más hermosa!


















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